viernes, 5 de marzo de 2010

El buen samaritano


1. Foto = ¿Qué es lo que sienten al ver esta foto? Pena, misericordia, tristeza………

2. ¿Qué harías si esta persona se te cruza en el camino?
¿Hasta dónde alcanza tu misericordia?

3. Leer el texto: Lucas 10:25-37 “El buen samaritano”

4. Contexto:

Los samaritanos y los judíos estaban unidos, hasta concurrían a su santuario en Jerusalén a adorar.

En medio de tantos conflictos, los samaritanos decidieron adorar en el monte de gerizin y no en Jerusalén, es por ello los judíos los odiaban

Porque tenían ascendencia gentil y no judía como raza pura y sublime, perfecta.

Su forma cultura difería del judaísmo ortodoxo, (todo bajo la ley)

Jesús conocía todo este conflicto entre ellos, y quería mostrarles a los judíos que también los samaritanos son su prójimo, es por ello que relata esta parábola, porque los judíos pensaban que solo los que pertenecían a su comunidad religiosa son su único prójimo. (Solo los de su argolla, solo los que nos aman, solo los que nos ayudan, solo a los que pertenecen a nuestra congregación etc.)

Además querían que aprendieran a mostrar misericordia basada en un AMOR ACTIVO con su prójimo, pero ¿hasta dónde abarcó la misericordia del samaritano? ¿Que énfasis le puso Jesús en su historia? ¿Qué pasos dio este samaritano al mostrar su misericordia?

1. Deja su odio a un lado y perjuicios

No le importó si era judío, si era pobre o rico, si era blanco o negro, si era cholo o chino, si venia de la iglesia católica o evangélica, o mormón o testigo de Jehová, solo se movió en misericordia como lo dice la escritura….Como nos dice en efesios 4.32 “Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros como Dios también os perdonó”

Les pregunto hermanos ¿Estaremos dispuestos a dejar a un lado el odio y el perjuicio para ayudar a tu prójimo?

Como dice en las escrituras:
“misericordia quiero y no sacrificios”

2. Ofreció tiempo: al recoger y limpiar sus heridas.

No le importó mancharse de sangre por sus heridas, ni el tiempo que pasaría hasta vendarlo y llevarlo a una posada, quizás estaba apurado, tenía una reunión con el concejo de su comunidad o un evento que dirigir en la iglesia, o una venta que hacer; solo le importó que estuviera bien.

Hermanos ¿Estaremos dispuestos a dar el tiempo que sea necesario para atender a nuestro prójimo?

“Misericordia quiero y no sacrificios”

3. Gastó dinero para su cuidado

Dinero, eso si duele, que difícil ¿no?
Al samaritano no le importó cuanto gastaría por el cuidado de aquel hombre, o si ese dinero era para comer mañana, o era para comprar una zapatilla de moda o un vestido o un pantalón o un televisor de 24 pulgadas con pantalla plana, o un dvd o una radio, solo le importaba que estuviera bien cuidado.

Hermanos ¿Estaremos dispuestos aún a invertir económicamente en la vida de un necesitado?

“Misericordia quiero y no sacrificios”

Como dice en las escrituras: Mateo 5:7 “Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia”

Para concluir hermanos debemos mostrar misericordia basada en un amor activo sin limitaciones, que si tuviéramos que dejar de lado nuestro odio, rencor o prejuicios, tenemos que hacerlo.

Si tuviéramos que invertir todo el tiempo necesario para atender a nuestro prójimo, por lo menos hasta que este seguro de cualquier cosa, tenemos que hacerlo.

Si tuviéramos que invertir aún dinero, para suplir sus necesidades, tenemos que hacerlo, porque nuestro Señor si estuviera aquí él lo haría por cada uno de nosotros. Amen.

Ahora inclinemos nuestro rostro y meditemos en la letra de esta canción y que el Señor nos hable a nuestro corazón y nos ayude a ser mejores siervos suyos:



Danos un corazón grande para amar
Danos un corazón fuerte para luchar

Gente nueva, amando sin fronteras
Por encima de razas y lugar,
Gente nueva al lado de los pobres
Compartiendo techo y pan.

Danos un corazón grande para amar
Danos un corazón fuerte para luchar.

Gente nueva, luchando en esperanza
Caminantes sedientos de verdad,
Gente nueva sin frenos ni cadenas
Gente libre que exige libertad.

Danos un corazón grande para amar
Danos un corazón fuerte para luchar.

La oración final de Jesús



PRÉDICA JUAN 17:1-8

¿Por qué Jesús dice estas palabras en su oración? ¿Por qué empieza diciendo: Padre, la hora ha llegado? ¿Qué es lo que va a suceder? Jesús es consciente de lo que va a pasar, sabe que se avecina el sufrimiento, el dolor, los maltratos y aún peor: el abandono de sus amigos quienes lo acompañaron tanto tiempo, en esta situación es que se presenta al Padre, el único que lo acompañará en su pasión y muerte. Esta crisis, estos últimos momentos donde pasará por la mayor prueba, serán motivo para que se entregue por completo al único ser que, cuando todos se van, es el único que se queda: Dios el Padre.

En esta situación crítica y difícil, clama por sí mismo, para que su Padre lo glorifique. Ahora, ¿Qué significa esto? Quiere decir que tendría pasar por la muerte para que en su resurrección sea glorificado. Sin embargo, no sólo piensa en Él, no sólo clama a su Padre por sí mismo, también lo hace por sus discípulos. Aunque si nos damos cuenta, en el texto que hemos leído aún no pide nada para ellos, sino que los presenta delante de Dios como frutos de su trabajo en la tierra. Esto significa que Jesús, como hijo, cumplió el propósito para el cual fue enviado: para dar “a conocer que Dios es el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado”, lo cual se encuentra en el versículo 3.

Los discípulos de Jesús eran el resultado de todo el trabajo que invirtió en ellos y los estaba presentando en esta oración. Ahora bien, nosotros ¿Qué frutos estamos dando al Señor? Mejor dicho ¿Estamos intercediendo por otros? Madres ¿están orando por sus hijos? Maestros ¿están orando por sus alumnos? Hijos ¿están orando por sus padres? Hermanos ¿estamos orando por quienes nos hacen o han hecho daño? ¿Qué difícil no? Koffi Annan (Secretario General de la Naciones Unidas) decía: “No he logrado nada solo. Millones de personas en todo el mundo ansiaban la paz. Por eso digo que no hay que minusvalorar el poder de la oración”. Es muy fácil orar por quienes nos aman, por quienes nos caen bien, pero se hace imposible orar por quienes nos odian, por quienes nos maltratan o maltrataron alguna vez, por quienes nos engañaron; por quienes hacen injusticia, por quienes hablan mal de nosotros, por quienes nos ofendieron. San Agustín solía decir: “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”. Si hermanos, es muy difícil, pero nuestra oración debe presentar “buenos frutos”. ¿Qué frutos son aquellos que no te hacen llorar para que los ganes?, Jesús mismo tuvo que lidiar con sus propios discípulos, la falta de fe de ellos cuando pensaron que la barca se iba a hundir, o los malos impulsos de Simón Pedro al cortarle la oreja al siervo del sumo sacerdote cuando Jesús es arrestado, no fue fácil tampoco para Jesús que sus discípulos se conviertan en personas de inspiración para el mundo.

Y si estamos orando por otros ¿Cómo lo estamos haciendo? Quizás: Señor te pido por este hermano, manda fuego para que lo consuma. O: “Señor quítale su trabajo así como a mí me lo quitó”. O “Señor gracias porque ya le falta poco para que termine su cargo en la Iglesia”, etc. Pero que dice la Biblia en cuanto al orar por otros. 1 Timoteo 2:1 dice: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres”. Como dice: “todos los hombres”, no por lo que me caen bien, sino por todos los hombres, esa es la voluntad de Dios, así como Jesús oró por sus discípulos presentándolos como buenos frutos. Por ejemplo: Señor, te presento a mi hijo que está confiando en ti, Señor, aquí están mis alumnos, que aprendan de ti con mis enseñanzas. Señor, aquí está mi hermana con quien juntos te servimos a pesar de nuestras diferencias. Señor aquí está mi compañero de trabajo con quien unidos sacaremos adelante la empresa. Señor, aquí está mi hermana con quien juntos elevamos una oración por la Iglesia.

Como Jesús dejó buenos frutos en la tierra, así hermanos dejemos buenos frutos en este mundo, y al elevar una oración presentemos estos frutos como obra de nuestro trabajo para el Señor, dejando huella de nuestros pasos, dejando líderes dispuestos a seguir en su obra, dejando hijos que puedan defenderse de tantos pensamientos e ideologías vanas, permaneciendo en el Señor. Porque, cuando no estemos ¿qué dejaremos? ¿Habremos colaborado con el Señor en su ministerio de dejar siervos que continúen preparando el evangelio en la obra del Señor? ¿Nuestras vidas habrán impactado a los demás? ¿O sólo vemos por nuestra vida sin importarnos la vida de los demás y peor aún, sin pensar en el futuro?

No hermanos, es hora de cambiar, es necesario dejar frutos aquí para que la obra del Señor continúe, tenemos que dejar huella para que otros se guíen, debemos impactar a los demás con nuestras vidas. Y al estar delante del Señor podamos presentar nuestros frutos y decirle “he acabado la obra que me pediste que hiciera”. Si el Señor preguntará ¿Dónde están tus frutos? ¿Qué responderías? Nada se oculta ante sus ojos, pero Él es fiel y aún intercede por nosotros, nos presenta delante del Padre confiando en que seremos siervos fieles a sus mandatos, nos otorga toda la vida para aprender, para entregarle el fruto de nuestra labor como cristianos, no desperdiciemos esa vida en odios, iras, venganzas, rencores e hipocresías, aprovechémosla para aprender de nuestros errores, para ampliar el espacio de nuestro corazón a fin que su amor more en él, para de esta manera producir frutos agradables, ofrendas de acciones y oración que aún después del breve tiempo que es la vida sigan siendo olor grato para las futuras generaciones. Tal como lo hizo Cristo.

Que el Señor nos ayuda a serle fiel y ofrendar nuestro frutos cada día de nuestra vida.

Jesús, el pan de vida



PRÉDICA: JUAN 6:51-58

Hermanos y hermanas para entender los versículos que hemos leído, sobre que Jesús es el pan de vida, tenemos que primero rescatar el contexto con que fue escrito.

El evangelio de Juan esta escrito para una comunidad que enfrentaba muchos conflictos en su vivencia como comunidad cristiana, hostigamientos por los judíos, inestabilidad por parte de los que reconocían a Jesús pero en secreto, con los gentiles y samaritanos y con ideologías o pensamientos que pretendían distorsionar el mensaje de Jesús. Es por ello que Juan al escribir este evangelio tuvo como propósito de fortalecer la fe de los cristianos, para que ellos puedan continuar firmemente en su misión de testigos de Jesucristo, hijo de Dios y única fuente de vida plena.

Ahora bien, es así que en el relato que acabamos de leer, Jesús quiere mostrarles esa verdad, pero no solo en esos textos sino en todo el evangelio. Nuestro Señor en cumplimiento de su ministerio, realizó muchos milagros, sanó enfermos, resucito a muertos y alimentó a más de cinco mil personas, y es en ese contexto que muchas personas lo seguían, y era obvio, lo seguían por el bienestar que causaba ¿y solo por eso?

Así es hermanos y hermanas, Jesús les dice en unos versos antes del texto leído, en el verso 26 y 27:

“De cierto de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el hijo del hombre, porque a este señaló Dios, el Padre”.

Yo haría una pregunta: nosotros ¿por qué seguimos a Jesús? ¿Por qué de él obtenemos paz y bienestar, porque nos sana de nuestras enfermedades, porque nos da trabajo, porque está de moda seguir a alguien, porque nos da prestigio el decir que somos cristianos y por ello nos respetan, porque nos da cosas materiales, porque no hay otra persona que nos acepte como somos? Quizás ahí esta el problema, el por qué seguimos a Jesús, y es por ello que no hay un compromiso mas fuerte o convincente? Quizás solo queremos algo de él y nada más.

Aquella multitud quería cambiar el modo de pensar, y le preguntan al Señor como hacer la voluntad del Padre, y Jesús les responde que creyeran en aquel que Dios ha enviado, pero ellos contestaron ¿qué señales él hacía como para creer en el, ya que sus padres comieron el mana del cielo en el desierto. Jesús le responde que moisés no les dio pan del cielo, sino su Padre os dará el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da su vida al mundo. Y es alli donde Jesús les dice en el verso 35: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mi cree no tendrá sed jamás.”

Cuanto de nosotros hermanos y hermanas, creemos que Jesús es el pan de vida, que no importando de lo que nos puede ofrecer le seguimos por amor a su nombre, por aquella verdad, que él es el Cristo, nuestro Salvador, que nos da la vida eterna.

Jesús les hace recordar que ese pan que sus padres comieron en el desierto no prevaleció, sino que murieron. Es Jesús el pan que descendió del cielo, que cualquiera que comiera de él vivirá para siempre. Y el pan que él da es su carne la cual la dará por la vida del mudo.

Ahora ¿qué nos hace recordar cuando Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna…”? ¿Qué acto en nuestra liturgia nos hace recordar estas palabras? Así es hermanos, en la santa cena, cuando Jesús tomo el pan y dijo: “tomad, comed este es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó la copa y dijo: “bebed de ella todos, esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.” y ¿qué representa este acto? Así es hermanos y hermanas el sacrificio de Jesús en la cruz del calvario.

Lo que Jesús quería es que creyeran en él, como el dador de vida eterna a través de su sacrificio, el dar su vida por el mundo entero, “El Pan de vida eterna”. No hay otro camino que nos pueda dar esa vida plena. Esta es la base de nuestra fe, en creer que nuestro Señor Jesucristo dio su vida por nosotros para salvarnos de la muerte eterna.

Ahora hermanos y hermanas que haremos con esta vida eterna que el señor nos ha dado, ¿solo lo dejamos como confesión de fe solamente?

De ese sacrificio de Jesús, Juan también lo menciona en su primera carta, en el capitulo 3:16:
“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”

Lo interesante de este texto es que después de que Jesús da su vida por nosotros, extrae como consecuencia que también nosotros debemos hacer lo mismo, dar la vida por nuestros hermanos.
Un teólogo latinoamericano Juan Luis Segundo comenta en su libro “¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? sobre este texto en la primera carta de Juan:

“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”

"Juan no está pensando, entonces en una cruz materialmente considerada, sino en toda actividad de Agape en que el hombre da parte de su existencia, tiempo, preocupación, energías, sufrimientos, para aliviar cualquier dolor que aflija a los hermanos. Si ello fuera así, no habríamos conocido el amor únicamente por la cruz, sino por toda la vida entera de Jesús en su historia humana, donde asumió, hasta el fin, la causa de los pobres y necesitados".

Que nos quiere decir Juan Luis segundo que no solo el amor del Señor se mostró únicamente en el acto del sacrificio de la cruz sino en toda su vida como ejemplo para los demás, no basta reconocer su sacrificio por nosotros y que nos haya dado vida eterna para luego quedándonos con los brazos cruzados disfrutando de ese amor, sino que debe haber una consecuencia, el que nosotros debemos mostrar ese amor del Señor Jesús a nuestro prójimo y apostar por el proyecto de nuestro Dios.

TESTIMONIO : Conocí al Señor a los 8 años de edad en la Iglesia ejercito de Salvación en el Callao, una comunidad militante, con uniforme como de militar permanente, parecido al de la marina del Perú. Su fundador fue William Booth, predicador y reformador británico. La forma de evangelizar era distinta.

William Booth dijo:

  • Llevar el evangelio de salvación con una mano.

  • Llevar una vida plena en el Señor en la otra mano, no por separado.

  • Se trabajaba con niños de asentamientos humanos otorgándoles estudios, desayunos, almuerzos y lonches calientitos por el frío.

  • Se les daba hospedaje a hombres que no tenían donde vivir, y se les daba trabajo.

  • También se les daba hospedaje a mujeres maltratadas y abandonadas, y se les enseñaba tejido y costura para sus ventas.
Es así que trabajé por 10 años con ese pensamiento.

Me mostraron ese pan de vida eterna, pero también una vida plena e integral.

Hermanos y hermanas ¿Qué nos demanda nuestro Dios para con nuestro hermano? ¿Qué nos pide Dios para con el prójimo? En su palabra nos lo dice claramente, en Isaías 58:6-7: sobre el verdadero ayuno.

“El ayuno que yo escogí, ¿no es mas bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?

También en proverbios 14:21: “Peca el que menosprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurados”

En Isaías 1:17 “Aprended haced el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”

Y el segundo y mas grande mandamiento que se encuentra en Mateo 22:39 “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” porque como dice en Oseas 6:6 //“Misericordia quiero y no sacrificios”//

Hermanos y hermanas no seamos indiferente con el llamado del Señor hacia nuestras vidas, debemos cumplir con lo que él nos demanda, reflejemos esa vida plena en Dios a los demás, otorgando su amor, misericordia, bondad y salvación; que construyamos un mundo mejor, donde reine su poder, majestad y voluntad.

Que el Señor nos ayude a ponerlo en práctica, y reflejar esa vida en abundancia aquí en nuestro mundo. Amen.